Introducción
Los suplementos pueden complementar una alimentación equilibrada y un estilo de vida saludable. Sin embargo, no deben sustituirlos. A continuación, los expertos detallan 10 grupos de suplementos con respaldo científico que pueden aportar valor real a la salud.
1. Vitamina D3 + K2 – la base de la inmunidad
La vitamina D3 fortalece el sistema inmunitario, huesos y regulación hormonal, mientras que la K2 asegura que el calcio se dirija a los huesos evitando su acumulación en arterias. En zonas con poca luz solar, la deficiencia de D3 es frecuente. Mantener niveles entre 50–70 ng/ml es ideal.
2. Magnesio – para el estrés y un buen sueño
Esencial para la función muscular, cardíaca y nerviosa. El déficit es común en personas con estrés o consumo elevado de café. Citrato y glicinato son formas más absorbibles, recomendadas especialmente antes de dormir.
3. Omega-3 (EPA y DHA) – para cerebro, ojos e intestinos
Estos ácidos grasos actúan como potentes antiinflamatorios y favorecen la función cerebral y visual. Su déficit puede provocar fatiga mental, falta de concentración y procesos inflamatorios. Fuentes óptimas: pescado salvaje y suplementos de algas.
4. Probióticos y prebióticos – reconstruyendo la microbiota
Antibióticos y alimentos ultraprocesados deterioran la flora intestinal. Los probióticos y prebióticos ayudan a restaurarla, favoreciendo digestión, inmunidad y bienestar general.
5. Vitaminas del grupo B – energía y metabolismo
Las vitaminas B1, B2, B6, B9 y B12 son esenciales para el sistema nervioso, metabolismo energético y salud cutánea. La B12 metilada presenta mejor absorción. Su déficit se asocia con cansancio y alteraciones digestivas.
6. Zinc y selenio – escudo para inmunidad y tiroides
Ambos minerales son vitales para la función inmune, fertilidad y tiroidea. Es importante medir niveles antes de suplementar, ya que tanto déficit como exceso pueden ser perjudiciales.
7. Adaptógenos (ashwagandha, rhodiola) – estrés y recuperación
Plantas como la ashwagandha y la rhodiola ayudan a manejar el estrés: la primera induce relajación y la segunda aumenta resistencia a la fatiga. Su eficacia depende de la calidad del producto y hábitos de vida.
8. Microbioma intestinal – el centro de la salud
La salud intestinal influye en la inmunidad, metabolismo y función cerebral. Apóyala con fibra, probióticos y prebióticos para mantener un microbioma equilibrado desde la infancia.
9. Suplementar requiere análisis
No todos necesitamos los mismos suplementos. Antes de iniciar cualquier suplementación, conviene medir niveles de D3, B12, magnesio, zinc y selenio. Su uso sin control puede ser contraproducente.
10. Los suplementos son un apoyo, no un milagro
Ningún suplemento reemplaza una dieta equilibrada, descanso reparador y ejercicio regular. Son una pieza complementaria dentro de un estilo de vida saludable.
Resumen
La suplementación consciente y personalizada puede mejorar la salud, siempre acompañada de buenos hábitos. Comienza por lo esencial, analiza tus necesidades y recuerda: los suplementos son apoyo, no sustituto de un estilo de vida saludable.
